NUESTROS MUERTOS, HERIDOS, PERSEGUIDOS Y DESAPARECIDOS

24.06.2009 00:00

 NUESTROS MUERTOS, HERIDOS, PERSEGUIDOS Y DESAPARECIDOS.

 

HOJA PARROQUIAL: Santa María de Nieva, 14 Junio 2009. XII del Tiempo Ordinario. N° 291

 

Por: P. Fermín Rodríguez Campoamor

 

            No podemos olvidar la tragedia nacional que sufrió todo el Perú el pasado viernes día 5 de Junio. Lo más lamentable son los muertos habidos tanto nativos como policías. Si pudiésemos interrogarles, descubriríamos con certeza que ninguno de ellos quería matar a nadie. Y todos los supervivientes repetirían lo mismo y dirán unos y otros que se vieron obligados a matar por obediencia, por defensa propia o represalia del ataque iniciado por el contrario. Los responsables de tan inmensa tragedia no estuvieron ni antes ni después en ”la curva del diablo”, ni en toda la zona de “guerra”(se usaron armas de guerra).

 

                        De una manera imprevisible e inconcebible se han derogado por fin los decretos legislativos que costaron la vida a más de una treintena de ciudadanos peruanos. En la televisión y primeras páginas de los periódicos se prodigan los abrazos del gobierno con un grupo de indígenas llevados a Lima, como si ya se hubieran arreglado todos los problemas y ahora sólo tocase perdonarse y reconciliarse y decir discursos amables y prometerse ser mejores en adelante.

 

            Pero, es claro,  eso no significa que ya todo se ha concluido y arreglado. Quedan nuestros muertos con sus familias destrozadas por el dolor y amenazadas de miseria si no se intenta reparar tanta necesidad creada por la violencia y la muerte (como siempre en toda guerra hay viudas y huérfanos que atender tanto entre las familias de los policías caídos como entre nuestros hermanos awajun), también un número elevado de heridos que tienen derecho a la salud en igualdad de condiciones con todos, y de perseguidos empapelados que quieren vivir en paz más los desaparecidos que conviene primero detectar y luego recuperar para la paz y tranquilidad apoyada en la justicia y el amor de unos con otros y con todos.

 

1. NUESTROS MUERTOS. Son, de momento, cinco:

JESÚS CARLOS TIMIAS, 26 años. Natural de Japaime Escuela (Río Nieva).

ROMEL TENAZOA SÁNCHEZ, 27 años. Natural también de Japaime Escuela. Su cuerpo ofrecía señales de grandes quemaduras. Su esposa LIZMENIA DUPIS JUWAG, natural de Isla Grande en el Río Santiago, queda viuda muy joven con sus dos hijitas Candi Vanesa y Jimy.

GENARO SAMEKASH CHAMIK, 28 años. Natural de YUJAGKIM, en el río Santiago. Fue el último identificado aquí el día 9 de Junio por su hermano Diocleciano a través de una fotografía hecha en la morgue de Bagua. Le vio caer alcanzado por una bala y afirma que intentaron prender fuego a su cuerpo. Lo creía desaparecido. Regresó de nuevo a Bagua para recoger el cadáver de su hermano que tenía señales de quemaduras en el rostro.

FELIPE SABIO CESAR, 30 años. Natural de Wawás (Imaza). Jefe del grupo de 50 voluntarios de Wawás. Estaba casado con VIOLETA PIITUG madre de cuatro menores: Nilver            (4 años), Edwin (2 años), Melvin (2 años) y Violeta (11 días). La última nació el 10 de Junio cinco días después de la muerte de su papá en el Hospital de Bagua Grande.

DAVID JAUCITO MASHINGASH, 19 años. Natural de La Curva (Chiriaco).

 

                                   Estos son los cinco awajún fallecidos con motivo del ataque de la Policía en la curva del Diablo. Todos los que fueron testigos de los hechos aseguran –sin poder precisar cifras- que es mayor el número de muertos que posiblemente han sido “eliminados” y ocultados de diferentes maneras durante los dos días que permaneció la zona en “cerco informativo” (prohibición de ingreso a la prensa). Hubo personas que aseguran haber visto sospechosas bolsas grandes arrojadas en el río Marañón.

 

2.-NUESTROS HERIDOS. Apenas nadie, aparte de la Defensoría del Pueblo, se ha preocupado de informar sobre el número de heridos y, mucho menos, analizar su significado . De parte del gobierno, del partido en el poder y de los posibles principales responsables de la tragedia se repite hasta el cansancio la prueba de los números de fallecidos de ambos bandos para deducir que la masacre la llevaron a cabo los que menos muertos cuentan (policías 23 e indígenas 5). Los que toman la iniciativa de una matanza no siempre son los que más bajas causan al enemigo. Muchas guerras, batallas y peleas han sido ganadas por los que no querían la guerra pero se vieron obligados a defenderse de los que iniciaron los ataques.

 

                        Extraña que en medio de tanta polémica nadie analice, por el contrario, la diferencia inversa de las cifras cuando consideramos el número de heridos de bala en los dos bandos enfrentados.. En el informe de Defensoría del Pueblo del día 10 de Junio (17 h.) el número de heridos hospitalizados en Chiclayo (12), Jaén (12) y las dos Baguas: Chica (49) y B. Grande (89) ascendía a 157 mientras que en el Hospital de la Policía el número de heridos llegaba a 31. Hay que tener en cuenta que entre los indígenas bastantes recibieron varios impactos de bala y que en las listas de la Defensoría no figuran los heridos no hospitalizados que probablemente sean tantos o más que los hospitalizados. Si cada herida de bala procede de un disparo , el que más heridas recibe es el más atacado y acosado y masacrado al menos en la intención de los que aprietan o mandan apretar gatillos una y otra vez aunque no siempre den en su blanco..

 

                        Lo importante ahora no es tanto continuar la discusión abierta para encontrar una Verdad más amplia y mejor fundamentada, sino atender a los heridos que no tienen recursos y preguntarse por qué no todos los heridos son tratados con la misma igualdad que exige el derecho a la vida y a la salud de todos los peruanos.

 

                        Quedan para otro domingo unas consideraciones sobre los perseguidos (ya detenidos o denunciados) que hay que defender, y sobre los desaparecidos que hay que encontrar. Que Dios nos ayude a reconstruir lo destruido y a permanecer alerta en la defensa de los derechos y el desarrollo de nuestra selva.

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